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Accediendo al salón de actos. Foto: M.Barros |
Palabras de apertura de José Cerdeira:
Queridos amigos, buenas tardes:
En mayo del año 2011 se celebraba en este mimo lugar el V Congreso Transfronterizo de Estudios Celtas y, con tal ocasión, los Amigos de la Cultura Celta nos presentamos en sociedad celebrando nuestro congreso constituyente. Hoy hemos vuelto a Ávila para celebrar con vosotros un nuevo encuentro que, curiosamente, al igual que vuestro Congreso Transfronterizo, lleva el número VII.
Conocida es la anécdota de aquel profesor de historia antigua que disertaba sobre la construcción de la pirámide de Keops, allá por el año 2570, y de un alumno, sin duda meticuloso, que pidió rápidamente una aclaración: ¿se refiere usted a antes o después de Cristo?... No sé si nosotros, que nos autodenominados amigos de la cultura, somos más o menos cultos que nuestro mencionado alumno, pero, en todo caso, quede claro que tenemos las mismas ganas de aprender.
En la Enxebre Orde da Vieira, esa madre nutricia de la que procedemos los Amigos de la Cultura Celta, siempre hemos pensado que la cultura debe ser difundida, que la cultura encerrada entre cuatro paredes, aislada en las aulas universitarias, no tiene ningún valor. Es, simplemente, un derroche de medios materiales y humanos puestos al servicio de unos pocos. Por el contrario, cuando el saber supone una forma de enriquecer la vida de las personas, tanto material como espiritualmente, la inversión en cultura es de lo más rentable. Decía Derek Bok, antiguo rector de la Universidad de Harvard, que a quien le parezca cara la cultura, pruebe con la ignorancia.
Nacimos, pues, con la idea de ayudar a abrir las ventanas de las aulas al mundo exterior, de ser un nexo de unión entre el mundo universitario y la gente de la calle. Nacimos para tratar de difundir, no una cultura genérica, que sería demasiada tarea para nuestras modestas fuerzas, sino una cultura próxima, que nos queda a mano, como es la cultura celta. E inmediatamente, tras el parto habido en Ávila, empezamos el largo peregrinar que, tras seis hermosas etapas, nos ha devuelto al origen. Recordémoslas siquiera brevemente:
Tras Ávila buscamos el que debería ser nuestro alimento espiritual, el contacto con la “madre tierra” y con los viejos mitos que nos hablan de tenebrosos viajes al “más allá” y de los misteriosos salvoconductos necesarios para emprenderlos. No podía ser de otra manera para un gallego: para ese contacto mágico, ningún sitio mejor que San Andrés de Teixido. Era agosto del 2011.
Tras el mágico encuentro con el otro mundo, decidimos volver al mundo de los vivos y reunirnos en la Casa de Galicia de Madrid. Este tercer encuentro, que supuso también el regreso al mundo universitario, fue un encuentro que giró en torno al celtismo y a la identidad del pueblo gallego, y que organizamos en junio del 2012 en colaboración con las Reales Academias de Bellas Artes y de Historia.
Sin perder nuestra vena viajera y tratando de mantener la proximidad con el mundo universitario, en el otoño de ese mismo año 2012 decidimos viajar a la Bretaña Francesa. Allí, en la Universidad de Rennes, fuimos recibidos y hasta homenajeados por las correspondientes autoridades académicas bretonas con un cariño que ahondó la hermandad y el conocimiento de los importantísimos rasgos comunes de nuestras culturas.
Y ya que estábamos en Bretaña, aprovechamos para acercarnos a uno de esos finisterres hermanos que se adentran en la mar océana cómo una intrusión en el mundo de los espíritus, un mundo que para nuestros ancestros celtas, no dejaba de ser algo próximo, situado, quizá, no más allá de esas nueve olas de las que nos hablaba el poeta Amergin. Fue allí, en el brumoso Brest que mira al más allá, donde tuvimos ocasión de ser magníficamente recibidos primero por el “Centro de Investigación Bretón y Céltico” y luego por el propio ayuntamiento de la ciudad.
Nuestro VI encuentro, en mayo del 2013, transcurrió en Madrid en torno a una mesa redonda que llevaba el título de “El celtismo ibérico y su relación con el centroeuropeo”. El encuentro, todo un éxito, fue organizado con la colaboración del profesor Martín Almagro y el prestigioso Instituto arqueológico alemán.
Y henos nuevamente aquí, en Ávila, en el sitio que nos vio nacer como grupo, rodeados de amigos y de amantes del saber. Sin duda, hemos recorrido un importante camino. Hemos consolidado nuestro grupo y nuestra idea de participar en la difusión de las culturas que nos quedan más cercanas, de servir de puente entre la universidad, como fuente de saber, y el pueblo llano, destinario legítimo de lo que aquí se estudia.
Decía el filósofo chino Lin Yutang que hay dos formas de difundir la luz: ser la lámpara que la emite o el espejo que la refleja. Nosotros queremos acercarnos al mundo universitario, a la lámpara, para reflejar su luz y dirigirla hacia la calle, en dónde residen el resto de los mortales. Queremos que el conocimiento llegue al mayor número de personas porque el conocimiento, a diferencia del arte, no es algo personal. Como decía el filósofo francés Claude Bernard, si el arte es “yo”, el conocimiento es “nosotros”.
Así pues, os agradecemos vuestra luz, esa luz limpia de científico capaz de afirmar lo que ve incluso en contra de aquello en lo que cree, y os agradecemos que nos permitáis difundirla en un intento de acabar con la vieja idea de que el saber es algo con el cual, o sin el cual, el mundo sigue igual.
Decía Isaac Asimov: “acabemos de una vez con Sócrates, porque ya está bien de ese invento de que no saber nada es un síntoma de sabiduría”.
Muchas gracias a todos.